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A la sazón encontrábamos arrieros que conducían sus recuas. Un joven llamado Helí Mesa, que «actualmente vivía como colono en el caño Caracarate», vino una vez a La Maporita, y mientras desyerbaban el «conuco», camiseta argentina le relató los sucesos como testigo presencial. Buscábamos el abrigo de los montes lontanos, y salimos a una llanada donde gemían las palmeras, zarandeadas por el brisote con tan poderosa insolencia que las hacía desaparecer del espacio, agachándolas sobre el suelo, camiseta de senegal para que barrieran el polvo de los pastizales crispados.